miércoles, 20 de junio de 2012

Ciudades Verticales: Tendencia Mundial


El futuro de las ciudades está en el cielo y no en la tierra. Así lo consideran varios arquitectos de todo el mundo. Su propuesta: construir rascacielos gigantescos, capaces de alcanzar y hasta superar los mil metros de altura y albergar a 100.000 personas.



Ventajas:

El crecimiento de la población mundial se ha acelerado en las últimas décadas. Si en 1900 se contabilizaban 1.250 millones de habitantes, en 2000 se llegaba a los 6.000 millones y se estima que en 2050 se alcanzarán los 9.000 millones. Muchas de estas personas vivirán en ciudades, cada vez más superpobladas y con mayores problemas de habitabilidad. El consumo energético y de recursos naturales se incrementará, al igual que la huella ecológica que recuerda el deterioro del medio ambiente.

Por ello, algunos arquitectos proponen el concepto de ciudades verticales. En vez de invertir en metrópolis que cubren cada vez más superficie natural, la idea es construir gigantescos rascacielos con todos los servicios propios de una urbe clásica: viviendas, oficinas, centros comerciales y de ocio, polideportivos, jardines, sistemas de transporte, etc.

El medio ambiente y los ciudadanos de estas ciudades saldrían beneficiados de muy diversas maneras.
Una ciudad convencional de tipo horizontal de 100.000 habitantes ocupa una extensión de unos cuatro kilómetros de diámetro. Por su parte, una ciudad vertical con los mismos ciudadanos utiliza un área de un kilómetro de diámetro. La superficie no urbanizada podría por tanto devolverse a la naturaleza.
El consumo de los recursos naturales como el agua es mucho más eficiente en una construcción vertical.
Las aguas grises o el agua de la lluvia también se podrían reutilizar y reducir así el gasto de este elemento cada vez más escaso.





Las diversas energías renovables, como la solar, la eólica, o la geotérmica, podrían aprovecharse de tal manera que reducirían su dependencia energética de fuentes no renovables y contaminantes, como el petróleo. Algunos diseñadores hablan incluso de crear edificios de energía cero, de manera que cubrirían de forma autónoma, todas sus necesidades.
El transporte sería otro de los elementos de mejora. Se estima que en una gran urbe un ciudadano gasta un promedio de entre dos y cuatro horas diarias en desplazamientos laborales.

Los defensores de estas construcciones futuristas calculan que los habitantes ahorrarían hasta un 75% de energía y reducirían hasta en un 90% las emisiones contaminantes.
En las ciudades verticales, los trabajadores residen cerca de su empleo, al que podrían ir a pie o con algún sistema interno, tipo ascensor o mono-riel eléctrico.


En caso de un incendio o cualquier otro incidente, los servicios de emergencia estarían más cerca. Además, el diseño modular del edificio aislaría la zona en peligro del resto.

Fuente: revista casas en venta

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